Metano y Plástico: dos crisis que comparten UNA oportunidad global

May, 30 . Written by Paula Guerra.

¿Qué acción diaria, en cualquier parte del mundo, puede aportar a combatir la crisis climática y la crisis del plástico? Esta fue la pregunta que nos planteamos junto al Global Methane Hub en el marco del debate global sobre la triple crisis planetaria y la interrelación de las agendas ambientales en la actual negociación del Tratado Global de Plásticos (TGP).

Esta interrogante nos llevó a identificar una conexión clara: separar los residuos sólidos en la fuente —al menos en dos fracciones: orgánicos e inorgánicos— tiene un alto potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y mejorar tanto la calidad como la cantidad de materiales reciclables —incluidos los plásticos— en los sistemas de economía circular a nivel global.

¿Y cómo se une el metano con el plástico en la ecuación?

Empecemos por el inicio de la ecuación. A nivel global, los residuos orgánicos (restos de comida, poda de jardines, etc.) representan entre el 44 % y el 46 % de los residuos generados diariamente. En el Sur Global, como América Latina y el Caribe, esta cifra se eleva al 50–60 %. El metano es un GEI (Gas de Efefcto Invernadoero) que se libera en el sector de residuos, principalmente durante la descomposición en condiciones anaeróbicas. Se estima que el 20 % de las emisiones antropogénicas de metano provienen del sector de residuos, siendo la tercera fuente, después de la agricultura (45 %) y los combustibles fósiles (35 %).

Cuando los residuos llegan mezclados a los sitios de disposición final —como botaderos a cielo abierto o rellenos sanitarios— se incrementa la contaminación ambiental. Esto ocurre no solo por la emisión de metano a la atmósfera, sino también por la generación y propagación de microplásticos. Al descomponerse los residuos orgánicos, se liberan líquidos con alto nivel de toxicidad (lixiviados), que al entrar en contacto con residuos inorgánicos como los plásticos, activan su proceso de degradación, contribuyendo a la generación de microplásticos.

Estos micro y nanoplásticos se filtran fácilmente en el suelo y en las aguas subterráneas, afectando los cauces hídricos. Además, al estar los residuos mezclados, los materiales con potencial de reciclaje —como papel, cartón, plástico o vidrio— se contaminan con otras sustancias, lo que impide su recuperación. Cada año se generan 400 millones de toneladas de plástico, pero solo el 9 % se recicla.

Gráfico 1. Diagrama de la relación de metano y plástico. Fuente: Ambition Loop, 2024

Separación en la fuente y Transición Justa

Hablar de residuos sólidos es hablar del trabajo de millones de personas a nivel global, especialmente en países en vías de desarrollo, donde 8 de cada 10 personas que trabajan en la gestión de residuos sólidos pertenecen al sector informal. Se estima que hay más de 20 millones de personas dedicadas a esta labor en todo el mundo, quienes recuperan más del 60 % del plástico recolectado globalmente.

El Tratado Global de Plásticos , actualmente en negociación, menciona la importancia de contar con procesos de transición justa para los actores más vulnerables de la cadena de residuos: los recicladores de base, quienes están en la primera línea de la crisis del plástico. El contacto con sustancias tóxicas en los residuos sólidos, en los puntos de disposición final, pone en alto riesgo la salud de este grupo.

Contar con acceso seguro y oportuno a residuos reciclables es fundamental para una gestión eficiente en el proceso de transición. Por ello, desde el Sur Global, es necesario que el TGP contemple mecanismos que impulsen sistemas de gestión que promuevan la separación en la fuente, la inclusión social y económica de recicladores de base, y la generación de empleos verdes. La separación en la fuente es la piedra angular para garantizar la sostenibilidad de los sistemas de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) en la región.

La oportunidad de incidir en la agenda climática desde el Tratado Global de Plásticos

Aunque los plásticos provienen de derivados fósiles y están asociados principalmente a la industria petroquímica, el análisis de su ciclo de vida en el marco del Tratado Global de Plásticos abre una ventana para abordar su impacto en las emisiones de GEI —incluido el metano— a lo largo de toda su cadena: desde la producción hasta la gestión y disposición final.

Como se explicó anteriormente, los GEI no solo se emiten en la extracción y producción del plástico. La gestión inadecuada de residuos también representa una fuente significativa de emisiones. Sin separación en la fuente, los residuos orgánicos no pueden ser recuperados, lo que incrementa la generación de metano y favorece la liberación de microplásticos a través de los lixiviados.

La ecuación es clara: el análisis del plástico debe ser holístico, y si se toman decisiones adecuadas durante la negociación del Tratado Global de Plásticos, podríamos lograr un ganar-ganar en la lucha contra la crisis climática y la del plástico.

A inicios de agosto, los 173 países miembros de las Naciones Unidas se reunirán en Ginebra, Suiza, para la INC-5.2, el último espacio de negociación para alcanzar un acuerdo global que combata la crisis del plástico. ¡Confiamos en que así será!

¿Quieres conocer más sobre esta estrecha relación entre el plástico y el metano?

Te invitamos a descargar el siguiente material:




Paula Guerra
Co Founder, Plastics Lead.

Methane and Plastic: Two Crises Sharing ONE Global Opportunity

May 30 – Written by Paula Guerra

What daily action, anywhere in the world, can help address both the climate crisis and the plastic crisis? That was the question we asked ourselves alongside the Global Methane Hub in the context of the global debate on the triple planetary crisis and the interlinkage of environmental agendas during the ongoing negotiations of the Global Plastics Treaty (GPT).

This question led us to identify a clear connection: separating solid waste at the source — into at least two fractions: organic and inorganic — has high potential to reduce greenhouse gas (GHG) emissions and improve both the quality and quantity of recyclable materials — including plastics — in global circular economy systems.

So, how do methane and plastic connect in this equation?

Let’s start at the beginning. Globally, organic waste (food scraps, garden clippings, etc.) makes up between 44% and 46% of daily waste generation. In the Global South, such as Latin America and the Caribbean, this figure rises to 50–60%. Methane is a greenhouse gas released primarily in the waste sector during anaerobic decomposition. It is estimated that 20% of anthropogenic methane emissions come from the waste sector — the third-largest source after agriculture (45%) and fossil fuels (35%).

When waste arrives mixed at final disposal sites — such as open dumps or landfills — environmental contamination worsens. This happens not only due to methane emissions into the atmosphere but also due to the generation and spread of microplastics. As organic waste decomposes, it releases highly toxic liquids (leachate), which, when in contact with inorganic materials like plastic, accelerate their degradation and contribute to microplastic pollution.

These micro- and nanoplastics easily filter into soils and groundwater, polluting water sources. Additionally, when waste is mixed, recyclable materials — such as paper, cardboard, plastic, or glass — become contaminated and unrecoverable. Every year, 400 million tons of plastic are produced, yet only 9% is recycled.

Graphic 1. Diagram of the Relationship Between Methane and Plastic. Source: Ambition Loop, 2024

Source Separation and a Just Transition

Talking about solid waste also means talking about the work of millions of people worldwide — especially in developing countries, where 8 out of 10 people working in solid waste management belong to the informal sector. It's estimated that over 20 million people are involved in this work globally, recovering more than 60% of the plastic collected around the world.

The Global Plastics Treaty, currently under negotiation, highlights the importance of ensuring a just transition for the most vulnerable actors in the waste chain: informal waste pickers, who are on the frontlines of the plastic crisis. Constant exposure to toxic substances in waste at disposal sites puts this group at severe health risk.

Safe and timely access to recyclable waste is essential for efficient management during the transition. Therefore, from the Global South, it is crucial that the GPT includes mechanisms that promote source separation systems, as well as the social and economic inclusion of informal waste pickers and the generation of green jobs. Source separation is the cornerstone for ensuring the sustainability of Extended Producer Responsibility (EPR) systems in the region.

An Opportunity to Influence the Climate Agenda Through the Global Plastics Treaty

Although plastics come from fossil derivatives and are mostly associated with the petrochemical industry, a life-cycle analysis within the GPT framework creates an opportunity to address their impact on GHG emissions — including methane — throughout the entire chain: from production to management and final disposal.

As explained earlier, GHGs are not only emitted during plastic extraction and production. Poor waste management is also a major source of emissions. Without source separation, organic waste cannot be recovered, which increases methane generation and microplastic release through leachate.

The equation is clear: plastic analysis must be holistic. And if the right decisions are made during the Global Plastics Treaty negotiations, we could achieve a win-win in the fight against both the climate crisis and the plastic crisis.

In early August, the 173 UN member states will gather in Geneva, Switzerland, for INC-5.2 — the final negotiation round to reach a global agreement to combat the plastic crisis. We trust it will be achieved!

Want to learn more about this close relationship between plastic and methane?
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